ARTISTAS DEL PODCASTING FAMILIAR

“¡Mamá, quiero ser artista!”

Durante años, ese fue el “grito de guerra” de los jóvenes que reunían el coraje para plantarse ante sus padres y darles, en muchos casos, el disgusto de su vida: sus hijos no serían médicos, arquitectos ni notarios. No. El zagal o la zagala quería ser artista. Cantante, actor, cabaretero, bailarín, modelo, pintor o, para los de mi generación, concursante de Gran Hermano; todas ellas ocupaciones respetables que, sin embargo, no podían evitar dejar un regusto amargo en la boca de nuestros progenitores.

Yo también quería ser artista. Lo descubrí con 8 o 9 años cuando, de cara a la celebración de mi Primera Comunión, elegí leer un pasaje de la Biblia y la catequista dijo que “nanai”, que no había lecturas para todos (será que allí se estudiaba la Biblia como en mi universidad estudiamos Derecho, por resúmenes de los resúmenes de compañeros de otros años) y que yo a cantar.

No protesté, porque aquella mujer era también maestra en el colegio del pueblo y, claro, no salía rentable llevarle la contraria. Ahí le cogí el gustillo al excitante mundo del espectáculo… en templos religiosos. Me apunté (me apuntaron) a un grupo de coro. De él tengo excelentes recuerdos, excepto por aquella muchacha que se metía conmigo porque, según ella, yo no cantaba sino que hacía “playback”. Nunca entendí cuál era el problema, ya he dicho que yo iba para artista.

Pero volviendo al tema…

Los niños de hoy en día ya no quieren ser artistas, ahora quieren ser youtubers, instagramers, tiktokers (?)… y demás palabrejas cargadas de anglicismos que muchos aún pronunciamos con una mezcla de miedo y vergüenza.

Sabemos que no hay guerra más cruenta que la que enfrenta a padres e hijos llegada cierta edad así que, ante la perspectiva de que sus retoños utilicen como saludo “hola amigos de Youtube!”, pasen “24h comiendo rosa” y recreando “hacks virales de TikTok” hasta los 45 años, ¿qué quieren los padres?

Los padres quieren que sus hijos sean podcasters.

¿Cómo? ¿No me crees? Pero si con un hijo podcaster son todo ventajas. En serio, ahora quizás los veis muy pequeños pero, pensadlo, involucrarles en el mundo del podcasting es una inversión a futuro porque los podcasters:

  • Preferimos el silencio. No tendrás que aguantar horas interminables de reggaeton.
  • Aprovechamos que los vecinos se van de fiesta los viernes por la noche para grabar. No necesitarás preocuparte de que cumpla el toque de queda.
  • De hecho, siempre andamos buscando el momento oportuno ponernos delante del micrófono. Sabrás donde está en todo momento, porque estará en casa.
  • Conocemos la importancia de utilizar auriculares. Jamás provocará el malestar de todos los que le rodean reproduciendo vídeos o audios en público a todo volumen desde su teléfono móvil.
  • Nos reunimos con nuestros colegas virtualmente. No habrá discusiones por las malas compañías con las que se junta ni por lo guarro que lo dejan todo cuando se van.
  • Nuestro cerebro está genéticamente más preparado para sobrellevar un periodo extenso de confinamiento. Claro, ya estamos acostumbrados a estar en casa, por lo tanto hay menos probabilidades de que tengas que disculparte con los vecinos por cosas como esta, esta o esta.

A cambio solo tendrás que renunciar a la televisión, se cuela el ruido en el micro, a la habitación de invitados, estará llena de cables, soportes, micrófonos e interfaces de audio (solo necesitamos uno de cada cosa pero al podcaster de bien le gusta experimentar con equipos diferentes constantemente) y, entre otras cosas, a utilizar el altavoz del coche para escuchar podcast porque eso es sacrilegio, los podcast se escuchan con auriculares. Y no, no sirven los de autobuses Alsa que todos tenemos por casa.

Lo sé, ahora mismo no lo ves muy claro pero piensa en todas las horas de paz que ganarás mientras el muchacho o la muchacha se entretiene grabando… O, se me ocurre algo incluso mejor, ¡grabad juntos!

Ahora en serio, escucha la complicidad entre este padre y su niña en “Cosas de hija y padre”. No me cabe duda de que estos momentos permanecerán en sus memorias para siempre.

Y es que hacer un podcast con los retoños puede ser, además de divertido, particularmente ahora que muchos de nosotros nos encontramos en una suerte de situación de privación temporal de libertad, muy gratificante a nivel personal y familiar, una actividad en común que nos acerca a ellos, nos “obliga” a escucharles, a bajar la guardia y dejar que nos toquen el corazón con su visión pura e inocente del mundo.

Te pido que, si te animas, me envíes tus creaciones, me encantaría escucharlas.

Por último, si has llegado a este artículo presa de la desesperación porque este confinamiento ya está durando demasiado y la música ha dejado de amansar a las fieras, ¡no temas! (sabes que huelen el miedo, ¿verdad?). Aquí tienes algunas recomendaciones de podcast para los más peques de la casa que estoy segura les mantendrán entretenidos durante horas:

  • Cuentos de la Cuarentena: Un podcast de niños para niños, nacido para entretener con cuentos en el periodo de confinamiento por cuarentena.
  • Cometa Colin: En su tercer viaje a La Tierra, el extraterrestre Colin se despierta en un garaje. Allí conocerá a dos podcasteras que le ayudarán a entender cómo funciona el mundo. Será el comienzo de una apasionante aventura y de una gran amistad.
  • El Laboratorio de Kroki: ¿Quién dice que la ciencia es aburrida? Con los podcast infantiles del laboratorio de Kroki los más pequeños aprenderán jugando los secretos de la ciencia de una manera divertida.
  • Ven con un cuento: Una serie original de Spotify que rescata siete de las historias más emblemáticas del género con un espíritu que busca mantener lo que ha fascinado a generaciones.

#QUEDATEENCASA y #ESCUCHAPODCAST. #TODOSALDRABIEN

Andrea Soaafi
Viajera, Podcaster,
Estudiante de Derecho

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